La compañía aérea que más pasajeros transporta en Europa, Ryanair, se enfrenta a una huelga de tripulantes de cabina (TCP), convocada para finales de julio de 2018 ( noticia ). Siendo sinceros no me extraña en absoluto, quizá si la tardanza, pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Las relaciones laborales de esta empresa siempre han estado en entredicho, no siempre con razón, en muchos de los casos lo único que hacía Ryanair era interpretar las normas «barriendo» para casa, y esperando que no pasara nada, y en el caso de que pasara pues ya sentarían a hablar. Una teoría, de alguna manera, retorcida, pero que les ha generado pingües beneficios a lo largo de los años.
Pero los escenarios cambian, y lo que antes, cuando la crisis estaba en pleno apogeo, era miedo, ahora torna en valentía. Primero fueron los pilotos a los que tuvieron que mejorarles las condiciones laborales, y un cierto reconocimiento sindical, y como no podía ser de otra manera, ahora los TCP reclaman su parte, en una acción, que al menos desde fuera, parece muy bien coordinada y bien estructurada, pero cuando lanzas un órdago de estas características, tienes que estar muy bien preparado para cualquier escenario. Todo puede pasar.
No seré yo el que niegue que muchas prácticas a las que sometían a este colectivo eran de carácter medieval, aunque no era contra todos igual, ha habido mucha gente que durante todo este tiempo ha vivido muy bien, sin tener que ser escrutados después de cada vuelo, por si se había conseguido llegar al mínimo de ventas de las 1000 cosas que intentan que te lleves a casa.
Durante unos cuantos años se han nutrido para el trabajo de tripulante de cabina, principalmente, de trabajadores españoles, portugueses, italianos y polacos. Allí dónde había un mayor desempleo en Europa, era el gran caladero, por decirlo de una manera un tanto brusca, bocas agradecidas, que en un principio poco iban a protestar ya que disponían de un trabajo y un sueldo, probablemente mejor al que podían optar en su país de origen. Además de esto sumemos la edad de los contratados y su nula experiencia anterior en el negocio aéreo. Todo esto junto, forma un cóctel perfecto para exprimir sin demasiado esfuerzo desde arriba.
La otra cara de la moneda serán los pasajeros, las fechas son delicadas, pero el aviso de la huelga está formulado con la suficiente antelación para poder, al menos, intentar que no se produzca, en la base de una negociación que se debe realizar cuanto antes, no como indica la noticia, el 18 de julio, esa fecha ya sería tarde, y las consecuencias devastadoras para la empresa y para el turismo de nuestro país, que se vería bastante afectado.
Los únicos paros que recuerdo de este tipo, de TCP en Europa, han sido bastante salvajes, no me lo tomaría a broma si estuviera en la dirección de Ryanair, ni lo menospreciaría. La hemeroteca está para estudiarla y no volver a cometer los errores de otros.
Por lo tanto se aproxima un cambio de paradigma en los vuelos de low-cost, dónde Ryanair siempre ha llevado la voz cantante por mucho que a la gente le moleste. ¿ Serán capaces de mantener su cultura empresarial ? ¿ Afectará en algo a los precios de los billetes ? ¿ Triunfará la cordura ?
Las respuestas durante este verano de 2018…..